Lorena García

Redactora

DISCO DEL JULIO DE 2016

Virgin EMI Records

Desde Nottingham nos ha llegado una nueva joya que va a dar mucho que hablar (más si cabe) del joven cantautor británico. Debutó con tan solo 18 años y, con su álbum ‘Shangri La’, consiguió que su nombre sonara por todos los rincones de la escena de la música independiente. Actualmente tiene 22 años y regresa con ‘On my one’ bajo el brazo, sin duda, un disco que ha sorprendido a toda la crítica.

Sin querer contar con casi ningún productor para este nuevo disco, ha querido experimentar con nuevos sonidos alejándose de su clásico estilo folk que tanto representaban sus dos anteriores álbumes, y ha dejado en un segundo plano esa guitarra acústica tan característica y que tanto nos enamoró en su trabajo debút. En esta ocasión apuesta por sonidos que van a caballo entre el Blues, el Pop, el Rap, el Soul y el Country, una apuesta muy arriesgada y acertada. “El blues es mi género favorito. Bien sea Soul o Hip Hop, siempre proviene del Blues. Para mí, el Blues significa cantar, interpretar tus emociones o expresar tu dolor para que otros lo sientan. Esa es la belleza de la música. Quiero pensar que con este disco, al menos conseguiré esto”, ha afirmado en una reciente entrevista. Parece que ha conseguido su propósito.

Jake Bugg ha puesto título a este álbum partiendo de una expresión muy clara: “On my own”. Una marcada declaración del famoso “Do It Yourself”, ya que ha tocado todos los instrumentos en cada uno de los once temas que ha compuesto.

El disco comienza con la canción que da título a este álbum en la que su voz y guitarra nos ha vuelto a enganchar de nuevo con ritmos pegadizos. Sin embargo, todo cambia cuando comienza a sonar “Gimme the love”, su primer adelanto, mucho más eléctrico, bailable y agresivo que consigue sorprender con el cambio radical que provoca en nuestros oídos. Nos sorprende con dos baladas muy profundas: “Love, hope and misery” y “The love we’re hoping for” en las que no le hace falta mucho más que su guitarra para conseguir transmitirnos gran cantidad de emociones.

“Put out the fire”  nos recuerda al Jake Bugg que tanto nos gustó en su primer disco, con ese sonido que tanto le caracteriza. La gran sorpresa del disco llega cuando comienza a sonar “Ain’t no rhyme”. Una base simple con él rapeando, que sin duda, se aleja de lo que nos tiene acostumbrados. El final del disco, vuelve a sus orígenes, más en su zona de confort, y consiguiendo transmitir todo lo que él quiere de la manera más simple.

Está claro que ha cambiado su registro y no se ha estancado en sus primeros trabajos, que ha conseguido transmitir lo que siente y ha hecho que nosotros lo sintamos también así. Y está claro también, que le queda un gran camino por recorrer.