Madrid, 29 de noviembre de 2019. Sala Moon Live

Hace más de un año que los muchos integrantes de La Raíz, banda por excelencia de rock, ska y reggae, que en poco más de 10 años consiguió lo que muchos esperan toda su vida, anunciaban un parón indefinido. El vacío y el desconsuelo que dejaba entre los suyos solo competía por el deseo de volverles a ver junto sobre el escenario al ritmo de “Entre Poetas y Presos” o “Nos volveremos a ver”. Pero, por ahora, pasará tiempo hasta que eso pueda ocurrir, si ocurre. No para menos, la incertidumbre creada en torno a las bandas surgidas de los excomponentes del grupo valenciano propician escenas como la vividas el pasado 29 de noviembre en la madrileña sala Mon Live.

Ángel Muñoz

Ángel Muñoz

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Eran pasadas las 8 y media de la noche cuando el “rap católico de combate” barra “show cómico, progre y controvertido” barra “lo que sea”; saltó al escenario, con contrato en mano para dejar claro que el guion preparado para la próxima hora solo era eso, un guion, un espectáculo, una poesía en la que se entremezclaban piezas controvertidas de rap, con parafreseos bíblicos y monólogos sobreactuados. La polémica estaba servida, Msias sobre el escenario. Por mi parte, hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un espectáculo tan poco común y raro. Los “teloneros” hicieron de la sátira, la comedia; de lo escatológico, la poesía; de lo dogmático, la crítica. La canción que aportaba propuestas a favor de la presidencia de Abascal duraba apenas 5 segundos, lo mismo que la equivalente a favor del 155 en Cataluña. Con “Chungo” cerraban un show delirante, completo y redondo.

Las manecillas del reloj transcurrían lentamente mientras el escenario, los asistentes y los propios componentes del grupo se preparaban para saltar al escenario ante una sala completamente abarrotada, con el cartel de Sold Out colgado con semanas de antelación. Sería inconsistente decir que su pasado no contribuyó a ello, como ya he indicado, la expectación creada en torno a la joven banda era enorme; pero igualmente deleznable sería decir que este, su primer trabajo, recién salido del horno y eje principal de esta su primera gira, no derrocha calidad, inteligencia y trabajo, mucho trabajo. Envueltos en su “Gira de presentación” los cinco componentes de Nativa saltaban al escenario bajo los acordes de “Mundo Enfermo”. Todo el mundo se la sabía, todo el mundo la cantaba (o lo intentaba), la coreaba, la disfrutaba y la bailaba. “Nadie” y “Aquelas Noites” terminaron de encender a un público enloquecido.

Nativa no es La Raíz, no es ni mejor ni peor, es diferente; símbolo de ello son las 12 canciones que componen este nuevo proyecto. El Beats o el trombón ganan en importancia en pro de la composición, la electrónica y la calidad musical. La crítica político-social pasa a un segundo plano, presente en todos los temas, pero relegada del eje principal del espectáculo. Los pogos… apenas hubo tenues intentos. “Miss Fantasía”, “Balas de cristal”, “El domador”; el álbum al completo hacía acto de presencia.

Tras un bis en el que se coreaban los ya tan famosos “¡A por el bote oee!” o “UPyD”, las luces del escenario se volvían a encender con “Lluvia de Abril”, canción destinada a convertirse, si no lo ha hecho ya, en un tema irreemplazable en el repertorio de la joven banda. La energía que derrocha contagió la sala al completo, alargando la canción en el tiempo bajo los cánticos de los asistentes. “Ruan Na Selva”, la otra gran esperada de la noche hacía acto de presencia para poner punto y final a una noche que a nosotros nos dejó buen gusto de boca y a ellos con ganas de seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo en un trabajo más que prometedor.