Madrid, 11 de octubre de 2025. Mazo Madrid. Sala Copérnico

Los Merina Gris volvían a Madrid para presentar su segundo álbum “Zuloa” (Sonido Muchacho, 2025) dentro del ciclo Mazo Madrid que tiene lugar estas semanas en varias salas de la capital.

El trío vasco es una de las propuestas más atrevidas del panorama independiente, por su música y su impactante directo. Su electrónica-punk cantada en euskera ha evolucionado con las canciones de su nuevo trabajo, incorporando nuevas texturas electrónicas y jugando a combinar hyperpop y post-punk con excelentes resultados.

En el directo los integrantes de la banda (Sara, Julen y Paskal, más Mikel como guitarra adicional) se presentan sobre el escenario enmascarados y ataviados con agresivos y brillantes atuendos. Con Sara de pie, inmóvil frente a su teclado y su micro, en el centro del escenario dentro de una esfera de luz a modo de trono, el resto de componentes ocupan el escenario sin restricciones, totalmente libres y repletos de energía, con múltiples cambios de instrumentos, saltos e interacciones con el público. El espectáculo se completa con un deslumbrante set de luces que eleva la épica y la urgencia de sus canciones.

Pakito Serrano

Pakito Serrano

Redactor

Ángel Muñoz

Ángel Muñoz

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Sin conceder un solo respiro Merina Gris entregó un concierto en el que repasaron los temas de su nuevo disco y rescataron las mejores canciones de su álbum debut, “Zerua Orain” (Sonido Muchacho, 2022), para hacernos bailar y saltar hasta la extenuación.

Desde el primer segundo su “pop violento” llega cortante y sin aristas, siempre al límite de la saturación. Las bases pregrabadas se mezclan con la dulce voz de Sara, sintetizadores electrizantes, baterías crudas e intensas guitarras y bajos para crear un ambiente asfixiante y a la vez liberador. Y es que Merina Gris juega constantemente con la dualidad, cegadora luz y absoluta oscuridad, vertiginosa ira y pausada melancolía, miedo estruendoso y fiesta desbocada, apatía y pasión…

Todo esto se refleja en una deliciosa mezcla de pasajes delicados, sutiles y envolventes con estruendosas explosiones de rabia y ritmos bailables, vibrantes y llenos de fuerza. Un caleidoscopio de reflejos en la que las cegadoras luces y sus contagiosas interpretaciones tienen un papel primordial.